27 septiembre, 2011

Asunción de responsabilidad

Querido camarada: 

Apenas quedan días para reunirme con China ¡Oh, tremendo país! Enorme en su geografía, intrépido en su desarrollo, bárbaro en sus capacidades. Y es por eso, querido camarada, que es tan temido. 

Pero ¿no es cierto, querido amigo,  que China ha contado siempre con esas enormidades, intrepideces y barbaridades? ¿Por qué, sin embargo, hemos cambiado tanto de actitud hacia China, como intentaré demostrar humildemente?

Estoy revisando literatura antigua, de los tiempos en que el Tratado de Nankin tenía la fuerza de la ley y ponía límites a los derechos de los chinos sobre China ¿Qué son los chinos en las tribulaciones de Verne? Poco más que simpatiquísimos señores bajitos y de largas trenzas, sujetos a la tradición más ridícula, que viven hacinados en pestilentes barriadas alejadas, concienzudamente, de las sanas concesiones internacionales, y que se alimentan del repaso de una filosofía anticuada y estéril ¿Qué dice Maugham de los chinos mientras sus personajes se dedican al amor? Pues no dice nada, porque no son más que elementos del entorno, como los sauces y las garzas; hábiles trabajadores manuales que pueden poco más que planchar y esperar a que la medicina, no la suya, la de verdad, les cure del cólera. En la literatura más joven, aunque no menos antigua ¿Qué son para Vicky Baum los chinos que merodean el hotel Shanghai durante la guerra sino-japonesa? Aunque los trate con más cariño que Verne, cae en los mismos análisis simples para concluir que sólo si se sale de China puede un chino entender algo. 

¿Cómo es que hoy nos dé por hablar de mecanismos ocultos, de estrategias silenciosas, de amenazas veladas de un gigante en apariencia tranquilo? Le doy la razón, querido camarada: el tiempo no ha pasado en balde y, desde que Verne,  Maugham o Baum vieron sus manuscritos en letras de molde, han pasado en China acontecimientos que nos ha demostrado auténticas bestialidades, genocidios… Pero para eso aún es pronto y ya habrá tiempo de ir viéndolo. Por ahora, te dejo en el aire la pregunta de qué es lo que tiene China que nos da tanto miedo, si es una fantasía, una irrealidad, un coletazo de nacionalismo etnocéntrico e irredento y que creíamos muerto, un váyase usted a saber. Es a esa pregunta a a la que quiero dar respuesta, y de la que te enviaré puntualmente mi punto de vista.  

De momento, una reflexión le quita fiereza y aroma a azufre al dragón: China fue el país que inventó la pólvora y  la empleó en fuegos artificiales.
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